La Comisión Federal de Electricidad (CFE) enfrenta su peor crisis financiera en años, con una deuda que supera los 526,565 millones de pesos en 2025. Este incremento refleja un 48.5% más que en 2018, generando dudas sobre la estabilidad de la empresa estatal. Expertos advierten que, aunque la situación no es tan grave como la de Pemex, los riesgos son altos debido a la dependencia del gas importado y la depreciación del peso.
Carlos Ramírez, consultor en economía, explica que el alza en la deuda se debe a factores externos, como el precio del gas natural (del que México importa el 75%) y la depreciación cambiaria. Además, los costos operativos de la CFE aumentaron un 33% en el último año, mientras que sus pérdidas superaron los 16,000 millones de pesos.
Un dato alarmante es que el 29.5% de la deuda es a corto plazo, lo que reduce la liquidez de la empresa. “La CFE tiene menos margen de maniobra porque debe pagar 155,118 millones pronto”, señala Ramírez. A esto se suma un incremento del 14.2% en adeudos a proveedores, lo que refleja tensiones financieras.
El deterioro financiero de la CFE no solo afecta su operación, sino también la confianza de inversionistas privados. La incertidumbre regulatoria y la falta de claridad en el sector eléctrico podrían frenar el desarrollo energético del país en los próximos años.
Te puede interesar: México proyecta romper récord de exportaciones de aguacate este 2025
¿La CFE puede recuperarse financieramente?
A diferencia de Pemex, la CFE aún es considerada autosostenible, según Oscar Ocampo del IMCO. Sin embargo, su patrimonio neto cayó un 29.3% en un año, pasando de 772,000 a 545,900 millones de pesos. Esto limita su capacidad de inversión en infraestructura crítica, como plantas de generación y redes de transmisión.
Ocampo destaca que parte del endeudamiento se debe a proyectos de expansión, pero advierte que la empresa debe tomar decisiones estratégicas pronto. Aunque no depende de subsidios directos como Pemex, la compensación por tarifas eléctricas subsidiadas (vía Hacienda) sigue siendo un lastre.
- Reducir dependencia del gas importado (75% del consumo).
- Acelerar inversiones en energías renovables para bajar costos.
- Mejorar eficiencia operativa ante el aumento del 33% en gastos.
- Recuperar confianza de inversionistas con reglas claras.
Mientras el gobierno insiste en que la CFE es “sólida”, los números pintan un panorama complejo. Sin cambios profundos, la empresa podría seguir el camino de Pemex: endeudada, ineficiente y dependiente del erario público. La pregunta es si habrá voluntad política para evitar ese escenario.