Aunque febrero ofreció un respiro en medio de la tormenta, la industria de la construcción en México continúa en terreno negativo, enfrentando ya ocho meses consecutivos de retrocesos. De acuerdo con datos recientes de la Encuesta Nacional de Empresas Constructoras (ENEC), elaborada por el INEGI, el valor de la producción disminuyó 0.2% en términos desestacionalizados respecto a enero, confirmando que la recuperación sigue siendo frágil.
En la comparación anual, el panorama resulta aún más desalentador: el sector reportó una contracción de 16.8%, ligeramente menos pronunciada que el desplome de 19.2% registrado en enero. Sin embargo, las cifras reflejan una constante: la construcción en México no logra encontrar piso firme.
La falta de inversión pública en infraestructura y la incertidumbre económica derivada de conflictos comerciales internacionales, como la nueva oleada de aranceles impulsada desde Estados Unidos, perfilan un 2025 lleno de obstáculos para este sector, de acuerdo con el análisis más reciente de BBVA Research.
Obra pública en caída libre
Uno de los grandes lastres para la construcción es la inversión pública. Las obras de transporte y urbanización, que incluyen carreteras, puentes y vías férreas, mostraron una estrepitosa caída anual de 46.6% en febrero, revelando el profundo freno en los proyectos de infraestructura gubernamental.
El presupuesto federal destinado a obras públicas para 2025 será de 600,000 millones de pesos, una reducción de 12.6% respecto al año anterior. Esta disminución presupuestal limita la posibilidad de reactivar proyectos estratégicos y repercute directamente en el dinamismo económico y la generación de empleos en todo el país.
La contracción del sector también ha tenido efectos en el empleo formal. Durante 2024, el número de trabajadores registrados en la construcción ante el IMSS cayó de 4.8 a 4.6 millones, siendo las pérdidas más agudas en entidades como Ciudad de México, Tabasco y Yucatán.
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Aranceles: un nuevo frente de batalla
A la fragilidad interna se suma ahora la amenaza externa: la imposición de nuevos aranceles internacionales podría encarecer insumos esenciales para la construcción, como acero, cemento y maquinaria especializada. Si estos gravámenes se concretan, no solo aumentaría el costo de construcción, sino que también se vería afectada la competitividad del país en sectores clave como el inmobiliario e industrial.
BBVA advierte que el impacto podría sentirse particularmente en el desarrollo de parques industriales, un segmento que en los últimos años se había convertido en motor de crecimiento gracias al fenómeno del “nearshoring” y a la relocalización de empresas hacia México.
Aunque la edificación privada (especialmente la de vivienda, espacios comerciales e industriales) mostró un crecimiento anual de 2.7% en febrero, los analistas señalan que este impulso es vulnerable. La volatilidad comercial y los riesgos internos en materia de política de vivienda podrían frenar el avance observado.
Riesgos para la vivienda social
Un componente adicional de preocupación para el futuro inmediato del sector es el ambicioso plan gubernamental de construir 1.1 millones de viviendas sociales a través de la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) y una empresa pública filial del Infonavit.
La ejecución de este programa enfrenta desafíos logísticos y financieros considerables. De no cumplirse en tiempo y forma, podría estancarse una parte importante de la actividad residencial, en un contexto donde la oferta de vivienda asequible sigue siendo insuficiente en diversas regiones del país.
¿Qué se puede esperar para 2025?
Con una obra pública disminuida, amenazas arancelarias latentes y una política de vivienda aún en proceso de consolidación, el sector de la construcción enfrenta un 2025 de claroscuros. La recuperación dependerá no solo de factores internos (como el fortalecimiento de la inversión privada), sino también de la evolución de las relaciones comerciales globales y de la efectividad de los programas de infraestructura impulsados por el gobierno federal.
Por ahora, el sector deberá navegar entre el freno de las obras públicas, la volatilidad de los insumos y una demanda privada que, si bien resiste, podría empezar a mostrar signos de agotamiento.