En medio del bullicio tecnológico, un término ha capturado la atención de muchos: Web3. Pero, ¿Qué es exactamente?

Web3 es el concepto de un nuevo tipo de servicio en internet construido sobre cadenas de bloques descentralizadas, como las utilizadas por Bitcoin y Ethereum. Este término, aunque no nuevo, ha ganado popularidad recientemente. Según Packy McCormick, un destacado inversor, Web3 representa "una internet propiedad de desarrolladores y usuarios, coordinada con tokens".

Los entusiastas visualizan una variedad de aplicaciones para Web3, desde redes sociales descentralizadas hasta videojuegos "play to earn" y plataformas NFT. La promesa central es una transformación radical de internet, donde el poder se descentraliza y se elimina la intermediación tradicional.

Sin embargo, los críticos cuestionan si Web3 es más que un intento de rebautizar las criptomonedas para desvincularlas de su bagaje cultural y político. Temen que Web3 pueda conducir a una internet distópica donde cada interacción se convierte en un instrumento financiero.

¿Por qué tanto ruido sobre Web3? Parte de ello se debe al impulso generado por el capital, el talento y la energía invertidos en proyectos de criptomonedas. En 2021, las inversiones en cripto superaron los 27 mil millones de dólares, atrayendo a gigantes tecnológicos y talentos hacia esta industria.

Pero, ¿Cómo se compara Web3 con sus predecesores, Web1 y Web2?

Web1, el internet de los años 90 y principios de los 2000, se caracterizó por la lectura pasiva de páginas web estáticas. Por otro lado, Web2, surgida alrededor de 2005, introdujo la participación activa del usuario en plataformas como Facebook y Twitter, aunque controladas por grandes corporaciones.

Web3 aspira a combinar la apertura de protocolos de Web1 con la participación del usuario de Web2, devolviendo el poder a los creadores y usuarios. Sin embargo, esta visión plantea preguntas sobre su viabilidad y efectividad en la práctica.

Los defensores de Web3 argumentan que podría permitir la monetización de actividades de usuarios y creadores de manera más equitativa, democratizar la gobernanza de las plataformas y reducir la dependencia de modelos comerciales basados en publicidad.

Un ejemplo destacado de Web3 en acción es Axie Infinity, un juego que utiliza NFT y criptomonedas para recompensar a los jugadores. Aunque ha atraído a millones de usuarios, su dependencia de tokens criptográficos plantea riesgos de volatilidad.

En resumen, Web3 promete una revolución en internet, pero su implementación y sus repercusiones aún están por verse. Mientras tanto, el debate sobre su potencial transformador continúa.

Con información de The New York Times.