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Durante una audiencia en la Corte de La Haya, el gobierno sudafricano ha acusado a Israel de llevar a cabo asesinatos en masa y de sostener un patrón de conducta genocida en la Franja. La acusación se basa en declaraciones públicas realizadas por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y varios de sus aliados, que han sido presentadas como evidencia de un intento de genocidio.

Durante la reunión privada de gabinete de Gobierno el martes pasado, Netanyahu respondió a las acusaciones diciendo a sus críticos que "aprendan a mantenerse callados y no decir cosas de las que se arrepentirán el día siguiente". 

En una entrevista posterior, el diputado Nissim Vaturi del partido Likud, al que pertenece Netanyahu, expresó su falta de piedad hacia la población civil palestina, afirmando que preferiría la destrucción de edificios a la probabilidad de herir soldados israelíes.

Israel se justifica argumentando que sus acciones tienen como objetivo la defensa, y que están centradas en erradicar a la milicia Hamás y no dirigidas contra la población civil. El portavoz del gobierno israelí, Eylon Levy, afirmó que innovan en formas de cumplir con el derecho internacional, incluyendo los principios de proporcionalidad, precaución y distinción.

Sin embargo, las declaraciones autoincriminatorias de varios altos funcionarios israelíes, como la propuesta de lanzar una bomba nuclear sobre Gaza, han debilitado la posición del gobierno ante la Corte Internacional de Justicia. Analistas señalan que estas declaraciones podrían ser utilizadas en su contra.

En el ámbito interno, la periodista Allison Kaplan Sommer destaca que los políticos israelíes que se oponen al genocidio están siendo acosados, mientras que aquellos que lo respaldan son reivindicados.