El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha modificado su pronóstico de crecimiento para la economía mexicana, situándolo al alza en un 3.2% en comparación con el 2.6% estimado en julio por la misma institución. Esta mejora se atribuye a diversos factores, entre los que están: la resistencia del mercado interno, impulsada por las remesas; y evidencia de una desaceleración en la inflación; además del aumento de inversión tanto pública como privada.

Petya Koeva, subdirectora de investigación económica en el FMI, explicó que México se destaca en el panorama económico global, entre otras cosas, debido al fenómeno del "nearshoring", pues es uno de los principales países beneficiados.

Se prevé que el próximo año el crecimiento económico del país sea del 2.1%, cifra con una corrección de seis décimas a favor respecto a la estimación en julio. La especialista subrayó que México tiene el potencial de atraer inversiones productivas si aborda desafíos persistentes, como el respeto al Estado de derecho, la mejora de la infraestructura y la reducción de la burocracia.

Koeva también mostró aprobación por la postura adoptada por el Banco de México en relación a la gestión de la inflación, considerando que la política actual es la adecuada.

En cuanto a la inflación, se espera que alcance un 5.5% este año y se modere al 3.8% el próximo. Esto implica que, a medida que los precios se estabilicen, la población tendrá más capacidad de compra.

La revisión de la base estadística por parte del Inegi, que se lleva a cabo cada cinco años y que determinó que algunos componentes del PIB tienen mayor peso en 2018 que en 2013, ha contribuido a que surja otra lectura: la de una recuperación económica más sólida, con un ajuste del Producto Interno Bruto real desde 2010. Este contexto, sumado a las inversiones y remesas en curso, fortalece la economía mexicana.

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